Érase una vez un pato. Ella vivía en el bosque. Un día puso unos huevos. Después de calentarlos cuidadosamente, la mamá pato esperó a que salieran del cascarón. Mientras miraba, tres de sus huevos se rompieron y tres hermosos patitos vinieron al mundo.
La mamá pato estaba encantada pero el huevo más grande aún no se había roto. Finalmente, el gran huevo reventó, pero salió un patito grande, gris y feo. La mamá pata lo miró y dijo: "¡Oh, no! No puede ser mi bebé. Es mucho más feo que mis otros hijos". El patito feo era odiado por sus hermanos y hermanas.
Un día, el patito feo se sintió tan triste que se escapó de casa. De camino a casa, el patito feo se encontró con una casa. Al mirar adentro, vio a una anciana sentada sola. A sus pies estaban sentados un gato y una gallina. De repente, la mujer se fijó en el patito feo.
Al principio, la mujer abrazó al patito feo, pero una vez que notó lo feo que era, le gritó con ira. Ella gritó: "¡Fuera de aquí, patito feo!" El patito salió corriendo de la casa. Una vez más, el patito feo caminó tristemente por la calle. Pasó el resto del día y la noche llorando solo. Se sentía miserable y solo, pero el patito feo tenía esperanza en su corazón.
Entonces, un día, el patito vio un estanque. Sus ojos se iluminaron de alegría ya que no había visto agua en muchos días. Lleno de alegría, el patito saltó al estanque y comenzó a nadar. Sin embargo, su felicidad duró poco. El invierno había comenzado y el viento frío comenzó a soplar sobre el estanque. Hacía tanto frío que el estanque se congeló y el patito ya no podía nadar.
Un rato después, pasó un granjero y notó que el patito estaba atrapado en el estanque. Sintiéndose mal por el patito, el granjero lo ayudó a salir del estanque y lo llevó de regreso a su casa. Cuidó al patito hasta que recuperó la salud. Unos meses más tarde, cuando llegó la primavera, el granjero volvió a llevar al patito al estanque.
Una mañana, el patito notó hermosos cisnes a su alrededor. El patito se sintió avergonzado de sí mismo e inclinó la cabeza para tratar de esconderse. Vio bajo el agua su propio reflejo. Era el reflejo de un cisne. Ya no era un pájaro gris y feo. Se había convertido en un hermoso cisne. Esos hermosos cisnes a su alrededor eran su hermano y hermanas.
El patito feo recordó cómo todos solían ignorarlo. La comunidad ahora decía que él era el más hermoso de todos los cisnes. Ya no era el patito feo.
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